Sobre la enfermedad de Parkinson, no se sabe con seguridad su causa. Se ha detectado que en pocos casos es hereditaria, pero que en la mayoría de los pacientes, se debe a algún problema genético combinado con la exposición a ciertos factores ambientales que no han sido identificados. Es una enfermedad degenerativa del sistema nervioso central que produce trastornos en el movimiento. Es crónica, ya que en general es para toda la vida y es progresiva, con los síntomas empeorando al pasar el tiempo. Todavía no existe una cura definitiva pero en el mundo, es una de las enfermedades más investigadas.
¿Qué sucede en el cerebro de una persona con Parkinson? Las neuronas se dañan o mueren permanentemente, especialmente en la zona de la base del cerebro. Al morir, dejan de producir un químico que transmite las señales de movimiento voluntario, llamado dopamina y esta pérdida, produce patrones de activación nerviosa que perjudican al movimiento normal. Adicionalmente, también se presenta un daño en los neurotransmisores que controlan los movimientos automáticos del cuerpo como el pulso y presión arterial.
En general, en el mundo hay un 50% más de hombres con Parkinson que mujeres y es más común en países desarrollados. Hay más riesgo a partir de los 60 años, pero en un 10% de los casos, puede iniciar desde los 50 años. Los principales síntomas de esta enfermedad son:
- Temblor: Es rítmico y por lo general inicia en una mano, mandíbula o pie. Mejora durante el sueño y cuando la persona hace algún movimiento intencional.
- Rigidez: Las personas con Parkinson tienen una resistencia al movimiento en sus extremidades. Los músculos están tensos y aunque otra persona intente mover su brazo, por ejemplo, será difícil lograrlo.
- Bradicinesia: Se disminuye el movimiento espontáneo y automático haciendo que los movimientos sencillos como vestirse, se vuelvan muy complicados. También se pierden las expresiones faciales.
- Inestabilidad: Las personas con Parkinson se pueden caer con facilidad ya que el equilibrio también se deteriora.
Lo más común es que los síntomas empiecen solo en un lado del cuerpo y que conforme avance la enfermedad, suceda en los dos lados, aunque siempre habrá un lado que tiene más intensidad de síntomas. Hay algunos primeros signos que pueden dar una idea de que se sufre de Parkinson como tener dificultad para levantarse de una silla, lentitud en las actividades, rigidez, hablar en voz baja, o incapacidad para escribir en letra legible.
El Parkinson tiene algunos síntomas secundarios que pueden ser graves. Las personas afectadas empiezan a sentir depresión por la dependencia que generan con sus familias, se vuelven miedosas o muy irritables; puede haber dificultad para tragar y hacer difícil una nutrición adecuada, dificultad para hablar, problemas urinarios o de estreñimiento, trastornos del sueño, demencia, presión arterial baja, calambres musculares, dolor muscular, fatiga o disfunción sexual.
El diagnóstico del Parkinson puede tardar ya que se basa principalmente en la observación. No hay ningún examen químico que señale con exactitud la enfermedad y en algunos casos puede tomar años llegar al diagnóstico correcto. El tratamiento del médico se enfocará en retardar el avance de la enfermedad y los pacientes además deben tratar de hacer terapias de movilidad y actividad física para mantener los músculos fuertes. Los masajes musculares y la hidroterapia también pueden ayudar a evitar la rigidez.