Los prebióticos están presentes en tu organismo de manera natural y llegan ahí a través de frutas y vegetales. Su función es ayudarnos a digerir ciertos tipos de carbohidratos complejos y son el alimento de los probióticos. No son absorbidos por el ser humano. Estimulan el crecimiento de bacterias saludables en los intestinos. Los prebióticos son diferentes a los probióticos, ya que estos últimos son bacterias vivas.
Puedes encontrar prebióticos en alimentos como los espárragos, alcachofas, cebollas, ajo, plátanos o en la raíz de la achicoria. También se puede consumir a través de suplementos alimenticios para favorecer el mejor funcionamiento del sistema digestivo.
Por otro lado, facilitan la absorción del calcio y otros minerales, como el magnesio y el hierro, por lo que podría mejorar la densidad ósea y prevenir la osteoporosis. Asimismo, favorecen la metabolización de las grasas en el hígado reduciendo los niveles altos de triglicéridos.
La mejor combinación es consumir prebióticos y probióticos que se ha demostrado, protegen y previenen enfermedades intestinales o en el estómago, como el colon irritable, cáncer de colon o las úlceras en los intestinos.
Consulta con un nutricionista sobre las mejores maneras de incluirlos en tu dieta.