Cuando una persona tiene una curvatura anormal en la espalda, se dice que tiene escoliosis. Aunque todas las personas pueden tener una pequeña desviación, en las personas que tienen esta condición, se puede ver que la espalda sigue una forma de S y dependiendo de la gravedad del caso, se puede ver más o menos asentuada.
La escoliosis se puede reconocer desde la niñez o aparecer más tarde durante el crecimiento de una persona. No se sabe con certeza la causa, pero se han visto más casos en niñas que en niños. Hay otros tipos de escoliosis que son congénitas, que ocurren cuando las costillas del bebé no se forman correctamente y puede ser grave. En otros casos, la escoliosis se puede producir por problemas en el sistema nervioso que afectan a los músculos, como distrofia muscular, espina bífida, polio o parálisis cerebral.
La escoliosis puede provocar síntomas como:
- Dolor de espalda o lumbalgia.
- Sensación de cansancio luego de estar sentado.
- Hombros y cadera disparejos.
- Curvatura visible de la columna.
Muchas veces, no hay un síntoma claro y el médico puede requerir hacer varios exámenes, incluso rayos X, para determinar el nivel de curvatura.
La mayoría de casos de escoliosis no requieren tratamiento, pero sí seguimiento médico al menos una vez al año, pero en otros casos, puede requerir el uso de corséts si son personas de más de 10 años. Cuando son casos más graves, se puede requerir de una cirugía.
Para quienes ya tienen esta condición, es importante que mantengan una rutina de ejercicios que fortalezcan la espalda. La natación es una excelente alternativa ya que en este deporte, se evita la sobrecarga en la espalda y eliminar las tensiones musculares que se acumulan cerca de la columna. Otro punto primordial es la postura. Cuidar que en cualquier posición que estemos, sea parados, sentados o caminando, tratemos de mantener la espalda recta y los hombros abajo, para que no aumente el efecto. El yoga o pilates, también están recomendados, siempre bajo la supervisión de un profesional.