El resfrío y la gripe se parecen mucho por sus síntomas y porque ambos afectan a las vías respiratorias, pero son causados por diferentes tipos de virus; en el primer caso, el rinovirus que afecta las vías aéreas superiores, (aunque puede haber más de 200 distintos virus que lo provoquen) y en el segundo caso el influenza virus que compromete a todo el sistema respiratorio. En general, en ambos casos, las personas se recuperan por sí solas sin atención médica en unos 3 o 4 días, pero si no se cura en 10 días, es importante acudir al médico.
Los síntomas del resfrío pueden ser picazón de garganta, congestionamiento en la nariz, tos áspera, dolor de cabeza, un poco de fiebre y cansancio. El resfriado aparece de forma lenta y progresiva. Por otro lado, la gripe puede presentarse con fiebre alta, dolor de cabeza, dolores musculares, mareo, pérdida de apetito, puede haber congestión nasal, estornudos, tos intensa y dolor de garganta. En este caso, los síntomas aparecen de forma repentina.
Estas enfermedades no tienen cura inmediata y los tratamientos pueden enfocarse en mejorar los síntomas, sobretodo que alivien el dolor, la tos y bajen la fiebre. Es importante mantenerse muy hidratado tomando más de dos litros de agua al día, hacer reposo en cama durante los primeros días, inhalar vapor para mejorar la congestión y en caso de que la temperatura suba mucho, aplicar baños tibios para bajarla. Nunca se deben tomar antibióticos en estos casos ya que son enfermedades causadas por virus y no por bacterias.
Para prevenir la gripe y resfríos se recomienda lavarse las manos frecuentemente, mantener desinfectadas las superficies de contacto común como las perillas, lavamanos o mesón de la cocina, usar antibacteriales para las manos cuando no tenga acceso a agua y jabón, preferir toallas de papel que las de tela en lugares públicos, vacunarse anualmente contra la gripe.
En el caso de los niños se sugiere elegir, de preferencia, guarderías que tengan pocos alumnos por clase ya que los niños se contagian fácilmente de estas enfermedades y pueden contagiar a todos los miembros de la familia. Además, se debe incluir en la dieta, yogur o suplementos que contengan probióticos. Estos permiten balancear la flora bacteriana normal del intestino, lo que contribuye a fortalecer el sistema inmunitario.
El sistema inmunológico puede verse afectado por nuestras elecciones de alimentación diaria o por nuestra vida. La falta de luz solar, de aire fresco o el consumo de drogas, puede afectar nuestras defensas. Si nos alimentamos solo de carbohidratos procesados como pan blanco, pasteles, galletas, o golosinas y bebidas azucaradas, ponemos en riesgo nuestro cuerpo. Tampoco es recomendable vivir en ambientes demasiado estériles, es decir, completamente desinfectados, ya que nuestro cuerpo no aprende a defenderse.
La mejor manera de evitar el contagio es aumentar las defensas del sistema inmunológico. Esto se puede lograr amamantando a los bebés, ya que la leche materna es la mejor forma de protegerlos de enfermedades respiratorias, tomar mucho líquido regularmente, tomar yogur que tenga probióticos, dormir bien todos los días, practicar ejercicio físico frecuentemente, cuidar que la alimentación sea alta en fibra, proteínas y vitaminas y baja en grasa, además de tener una vida con bajo nivel de estrés ya que las emociones fuertes o preocupaciones pueden bajar nuestras defensas.