La adolescencia y preadolescencia, viene cargada de inseguridades, dudas y presiones sociales para ser y comportarse de una determinada manera. La importancia que se empieza a dar a la imagen física en estas edades, puede provocar que se creen complejos y una preocupación extrema por mantenerse delgados a cualquier costo. Esto puede derivar en una obsesión con el cuerpo y en un desorden alimenticio de algún tipo, que puede consumir toda la energía de la persona, interferir con la vida diaria y afectar peligrosamente a la salud.
Existen 2 tipos principales de desórdenes alimenticios: la anorexia nerviosa y la bulimia. En ambos casos, las personas sienten un miedo intenso a ganar peso y tienen una visión distorsionada de sus propios cuerpos, es decir, pueden percibir que su figura es mucho más ancha de lo que realmente es. Estos dos problemas, en muchas ocasiones, pueden ser ocultados fácilmente de la familia por meses o incluso años. Los desórdenes alimenticios no solo son peligrosos físicamente, ya que causan problemas al corazón, sistema digestivo y a la piel; si no que también afectan fuertemente la salud mental ya que por lo general, la persona mantiene siempre pensamientos negativos, se siente poco valioso y tiene baja autoestima, llevándolo a límites autodestructivos.
¿Qué es la anorexia? Este trastorno causa que la persona pierda más peso del que es saludable para su edad y estatura. Es posible que se tomen diferentes medidas para lograr bajar de peso como dietas extremas, ejercitarse de forma excesiva o que utilicen otro tipo de método como pastillas o tratamientos que no sean aprobados médicamente. No existe una sola causa de la anorexia, se cree que intervienen factores sicológicos, genéticos, sociales y familiares. Las constantes bromas sobre el peso de una persona, que provienen de familiares o amigos, pueden disparar estos comportamientos. Estos son los factores de riesgo:
- Estar más preocupado de la imagen, del peso, de las calorías que se consumen.
- Haber tenido un trastorno de ansiedad en la niñez.
- Tener una imagen negativa de sí mismo.
- Tener problemas de alimentación durante la lactancia.
- Estar muy expuesto a las ideas culturales de belleza en la sociedad.
- Tratar de ser perfeccionista.
Hace algunos años, este trastorno era más común en niñas, pero con el paso del tiempo, los niños y hombres también han presentado cada vez más casos.
¿Cuáles son los signos de alerta? Las familias deben observar si su hijo o hija cambia de hábitos alimenticios y se empieza a preocupar mucho más por lo que ingiere. Además deben estar pendientes si su hijo:
- Limita demasiado su alimentación.
- Corta los alimentos en pedazos muy pequeños y juega con la comida en lugar de ingerirla.
- Hace ejercicio a toda hora.
- Va al baño inmediatamente después de comer.
- No comparte con nadie más el horario de las comidas.
- Usa duréticos, laxantes o pastillas que inhiban el apetito.
La anorexia, con el tiempo, provoca también un color amarillento en la piel, resequedad en boca y piel, aparición de un vello fino que cubre todo el cuerpo, dificultad para pensar claramente, frío intenso, osteoporosis, atrofia muscular y pérdida total de la grasa corporal.
La bulimia por otro lado, es un trastorno en la que la persona sufre de episodios regulares de consumo de grandes cantidades de alimentos, conocidos como atracones, perdiendo todo el control sobre la comida. Después, siente la necesidad de expulsar lo consumido provocándose vómito o consumiendo laxantes para evitar el aumento de peso. En este caso, la persona siente culpa y se da cuenta que su patrón de alimentación no es normal. Al igual que la anorexia, este desorden es el resultado de diferentes factores, en los que prima también el ambiente social.
El peligro que conlleva la bulimia es que en muchas ocasiones, la persona mantiene un peso normal y sus familiares pueden no notar el sufrimiento que está pasando. Los signos a los que se deben poner atención son:
- Consumir grandes cantidades de alimentos, sobre todo de comida chatarra, en poco tiempo.
- Si la persona siempre va al baño después de comer.
- El uso de laxantes, edemas, diuréticos o medicamentos que induzcan el vómito.
Las consecuencias de la bulimia son graves. La continua exposición de los dientes a los ácidos del estómago a través del vómito, provocan muchas caries, daños en las encías y en el esmalte natural de los dientes. Además, se podrá ver enrojecimiento en los ojos por el esfuerzo del vómito, boca seca, apariencia de bolsa en las mejillas, salpullidos o granos alrededor de la boca, callosidades en las puntas de los dedos, daños en el esófago que pueden ser permanentes.
¿Qué podemos hacer ante estos desórdenes? Es muy preocupante que cada vez, se presenten en niños más jóvenes. Actualmente, se pueden empezar a manifestar desde los 11 años de edad, por lo que es importante que las familias sepan de este problema y se hable sobre ello abiertamente, para que sus hijos sepan que tienen el apoyo de quien cuida de ellos. Si crees que tu hijo tiene alguno de estos trastornos, es importante enfrentarlo de manera tranquila y respetuosa, aunque seguramente el adolescente lo niegue y se moleste. Nunca se debe forzar a comer a una persona que tiene miedo a engordar, el tratamiento debe ser acompañado de una terapia sicológica, de un nutricionista y de otros profesionales de la salud.
Para prevenir los trastornos alimenticios, se recomienda empezar por uno mismo. Evitar comentarios sobre lo gordo que se siente, hacer dietas extremas o peor aun, hacer comentarios sobre el peso de otras personas con burlas o insultos. Esto solo legitimizará en el niño a pensar que el peso de una persona, determina su aceptación en la sociedad. Es mejor mantener hábitos saludables de alimentación y de ejercicio y que toda la familia participe en ello.